Para los antiguos griegos, ser sabios implicaba tomar decisiones con prudencia y de manera correcta. Partiendo de este punto la ética se orienta hacia la formación del carácter; lo cual se realiza a partir del reconocimiento del individuo de aquello que puede modificar y de lo que no le es posible). Lo anterior le permitirá decidir de forma correcta y ser prudente. El ser humano que lo consiga será un hombre sabio, no por la acumulación de conocimientos, sino por ser prudente, por saber hacer buenas elecciones.